El libro Luminosos, sensuales, humorísticos, desoladores... así son los tres largos poemas centrales y esenciales del gran escritor francés Jean Giono (1895-1970) que recoge este volumen: La Caída de los ángelesUn diluvio y El Corazón-Ciervo. El resultado es un viaje gozoso en el que confluyen experiencias trascendentales vividas en carne propia y el trabajo de una imaginación que nos lleva más allá de tierra firme, muy cerca del horizonte, para dibujar un fresco grandioso que, trazado con precisión de miniaturista, nos permite asomarnos a la línea que los antiguos no osaban rebasar. 

Jean Giono es tan peculiar que, aun siendo reconocido como uno de los grandes del siglo xx, no está en el Olimpo al que Francia eleva a sus creadores ilustres. Mucho tiene que ver con este recelo su personalidad llana, la rusticidad espléndida del paisaje de la Provenza que aparece como telón de fondo de su escritura, y su particular interpretación de la tradición literaria más ortodoxa –la Biblia, que su padre, zapatero anarquista, le inculcó; los clásicos grecolatinos; y autores fundamentales de la modernidad occidental como Whitman y Melville–, que Giono devuelve a su estado original, sin erudición añadida.

«Si tuviera que elegir entre Francia y Giono, me quedaría con Giono», Henry Miller. 

El autor Jean Giono (Manosque, Francia, 1895) es un autor versátil, de obra extensa, profunda y variada. Luchó en la Primera Guerra Mundial, lo que desembocó en un pacifismo militante. De aquella influencia son El gran rebaño (1931) y Objeción de conciencia (1937). El mundo literario de París lo conoce a partir de 1929, con la publicación de Colina. Sus novelas se llevarían al cine y Giono se introdujo en ese arte. Al comenzar la Segunda Guerra Mundial se niega a incorporarse a filas, y es encarcelado. Vuelven a meterlo en prisión en 1944 acusado de colaboracionismo. Saldría libre sin cargos. A partir de ahí los éxitos y recompensas se suceden. Publica novelas como Un rey sin diversión (1947), Muerte de un personaje (1949), Las almas fuertes (1950), El húsar en el tejado (1951), así como El molino de Polonia y El hombre que plantaba árboles, ambas de 1953. 

Recibió el Premio Príncipe Pierre de Mónaco, fue elegido académico de la Goncourt, presidió el Festival de Cannes (1961), y fue asiduo de los programas de radio.
Falleció en 1970 en su pueblo natal, Manosque, lugar que fue una constante en su obra.