Teresa de Ávila en El Muro de los libros


 

Entre todas las efémirides literarias que celebraremos en 2015, tal vez la más importante sea la celebración del Quinto Centenario del nacimiento de Teresa de Ávila. Es seguro que tan redondo aniversario nos dejará un buen número de publicaciones o ediciones revisadas de las obras de la mística avulense, aunque será difícil que superen en brevedad, lucidez y agradable entretenimiento al breve ensayo biográfico que la escritora irlandesa Kate O´Brien escribió sobre Teresa de Ávila, recién publicado por Vaso Roto Ediciones. La traducción, impecable, corre a cargo del poeta y traductor sevillano Antonio Rivero Taravillo, conocido por su filiación con la literatura irlandesa y por ser uno de los agitadores del Bloomsday en nuestro país. 
 
La vinculación de Kate O´Brien (Limerick, 1897 – Canterbury, 1974) con la cultura española venía de lejos, y en sus obras abundan los reportajes y los ensayos sobre nuestro país. Como nos aclara el prólogo de la obra, O´Brien “llegó a Portugalete, a orillas del Nervión, en los años veinte, donde estuvo empleada como institutriz en la casa de Enrique Areilza, un cirujano pionero y reformista social del País Vasco. Areilza estaba relacionado con la revista Hermes y era gran amigo de Miguel Unamuno y otros personajes de la Generación del 98”. Esta experiencia en España marcó notablemente a la joven irlandesa, quien utilizó sus experiencias como institutriz en un ambiente refinado y culto de la burguesía vasca para escribir su primera novela, titulada Mary Lavelle. Probablemente fuese aquí, en casa de los Areilza, donde O´Brien aprendió a leer y apreciar los poemas, reflexiones y cartas de Teresa de Ávila, y donde se fraguaría la voluntad de escribir un breve ensayo sobre una monjita de armas tomar que, en pleno siglo XVI, “reformó” el espíritu de la iglesia y escindió la orden carmelita sin desencadenar un cisma como el que, en Europa, había provocado Lutero.
 
El ensayo sobre Santa Teresa, que es lo que nos incumbe, tal vez sería una obra menor sino fuera por la enorme figura de su protagonista, tan irresistible, irónica, tozuda, maternal, autoritaria e inteligente en el trato con Dios y los hombres, que es capaz de convertir en lectura obligada cualquier texto que glose su figura. Y el librito de O´Brien, en sus apenas noventa páginas, hace méritos para convertirse en una de las aproximaciones más agradables y reveladoras que jamás se han escrito sobre ella. Sus descripciones de la santa están llenas de vitalidad y ternura, y nos dan los suficientes detalles para entender la psicología de Teresa en todas sus etapas vitales, desde aquella muchacha de buena familia, “presumida en el vestir”, snob en las lecturas e inclinada a las cosas del amor, hasta la mujer pública, política, soldado y polemista, convertida ya en vida en una de las figuras centrales de la cultura y el cristianismo en nuestro país.
 
PD. Por cierto, el retrato de O´Brien sobre Teresa de Ávila recuerda sobremanera a otra joya: el ensayo, también injustamente olvidado, que Gerald Brenan escribió sobre San Juan de la Cruz. 
 

PABLO SANTIAGO CHIQUERO