Reseña de Una hisotria incomprensible y otros relatos en el Diario de Sevilla
Pero su relación con la literatura no se limitó a la lectura interesada y crítica de sus escritores favoritos, tampoco a la ilustración de algunas de esas obras, sino que él mismo mostró a lo largo de su vida un verdadero interés por plasmar por escrito algunas de sus ideas e impresiones. Como crítico de arte fue conocido en vida, como escritor, no. Fue su biógrafo André Mellerio, que se encargó de organizar todos los manuscritos del artista, quien encontró en sus carpetas poemas, prosas, cartas, esbozos de cuentos y relatos de viaje que nunca habían sido publicados. La mayoría de los textos incluidos en su archivo están aún por explorar. Un pequeño e interesante adelanto fue la publicación en 2005 de Odilon Redon: Écrits en edición crítica de Claire Moran. Vaso Roto publica por primera vez en español una traducción de este libro, bajo el título Una historia incomprensible y otros relatos, que ha traducido y prologado Mercedes Roffé.
Roffé ha optado por modificar el orden original en el que fueron publicados estos textos de Redon en la edición de Moran, que prefirió ordenarlos teniendo en cuenta la secuencia cronológica de las experiencias que en ellos se cuentan. En la edición de Vaso Roto se opta por agruparlos atendiendo a su "valor o interés literario" y también a su naturaleza fantástica, autobiográfica, lírica o de ficción. Además, se prescinde de uno de los publicados en la edición inglesa, Perversité, por considerarse que "no coincide con el carácter narrativo" del resto. El resultado de esta nueva propuesta de ordenación es interesante porque permite explorar las muchas vertientes de los escritos de Redon y disfrutar de la experiencia de adentrarse paso a paso en la personalidad poliédrica de un artista singular.
La decisión de llamar relatos y no escritos, como hace Moran, a estos textos, que como la misma Roffé reconoce en el prólogo son de muy diversa condición, puede ser discutible, aunque para nada desmerece el resultado: la posibilidad de enfrentarnos a una obra literaria de indudable interés.
Los textos de Redon recogidos en Una historia incomprensible y otros relatos son reflejo de la compleja personalidad del autor, rica en matices y centrada en los retos de su tiempo. De su gusto por la literatura fantástica, de su devoción por Edgar Allan Poe, nos hablan los dos primeros relatos de la recopilación, los titulados Noche de fiebre y Una historia incomprensible. El primero, sobre todo, es claramente deudor de las Narraciones extraordinarias del escritor norteamericano. En el segundo, que da título al libro, un hecho banal -el encuentro fortuito con una mujer en el vagón de un tren- desemboca en un ambiente de inquietante pesadilla en el que los límites entre la realidad y el sueño quedan desdibujados.
De marcada índole autobiográfica son los dos textos siguientes: Una estancia en el País Vasco, en el que el carácter idílico y de exacerbada pasión hacia la naturaleza se personalizan en el temperamento noble de los aldeanos y en la belleza y valía de la mujer vasca, un tópico recurrente en otros escritos del autor. En Diciembre de 1870 Redon realiza una hermosa y combativa reflexión sobre su participación en la guerra franco-prusiana, sobre la "utilidad" de la guerra en general y sobre su papel como soldado obligado a cumplir órdenes en las que no cree.
En Él sueña, El grito y Ronda de amor Redon se adentra en un mundo poético personal y recurrente, en el que los sueños y los estados de semiinconsciencia se muestran como el escenario deseable para el desarrollo de la creación artística. El autor parece dejarse llevar por el hilo invisible de sus propios pensamientos, en ellos elucubra sobre la verdad, la belleza y el sentido del pasado y del presente.
Cierran el volumen El faquir y El relato de Marta la Loca que Roffé califica como "textos narrativos en los que la ficción -apoyada en elementos decididamente autobiográficos- logra llegar a una finísima sátira". Así ocurre claramente en el primero de los dos, aunque participa en algunos pasajes de cierto carácter especulativo y de un marcado aliento surrealista. Mención especial merece el segundo, una breve e impactante pieza maestra en la que Redon reelabora un recuerdo familiar para teñirlo de la impronta onírica, trascendente y, en cierto modo, irónica que impregna toda su obra.
M. ÁNGELES ROBLES