Más rojo bajo el sol en La Razón

Las Claves

Las Claves ¦ Por Carlos Olivares Baró

 
 

El instante palpita en los azoros de la embriaguez. Llama en los ojos y decires del cuerpo satisfecho. El vino conduce a descendimientos insospechados. No hay derrotero estable en esas bajamares en que el deseo se empina en la ceniza: caer en laberintos cautelosos. Digresión de presentimientos de múltiples colores: orlas manchadas en sepias, trituradas por congregaciones de corolas moribundas en los concilios: nómada es el hombre habitado por la fragancia de la uva: errante en la sede de la avidez. Disonancias que huyen de la síncopa y se refugian en los enjambres de mariposas mortecinas de alas que se abisman en la invitación del fuego. / La luna deja de proyectar sus modulaciones: entra el ebrio al zaguán y mastica la humedad del limo. / El viento avanza sobre las huellas del abraso. / Un salmo se obstina en el polvo. / El albor sublima la espera. / Atajos que arropan al que emigra. // Desproporciones en la prosodia del delirio. / La noche envuelve: / acaricia a sus hijos turbados.

Más rojo bajo el sol. Poemas sobre el vino, antología personal de Elsa Cross (México, 1946): “Quise reunir los poemas que he escrito sobre el vino y la embriaguez. No me esperaba el centenar de páginas que he compilado aquí”. Folios humedecidos en la apetencia de la vendimia, en la canícula que excita, en la fronda que guarece: piedades que acompañan al ardor del vino, a su cadencia y cabalgadura. Texto de sumas: cifras, coordenadas de un almanaque de tajadas en los espejos: trasposición develada en el sueño. Dioniso y Apolo se miran cómplices. Nietzsche se esconde en la espesura de la noche. Baudelaire dibuja en la tapia a un pez moribundo. Rimbaud proclama la festividad de los gestos sediciosos (“Bah, hagamos todas las muecas posibles”).

Estrofas que Elsa Cross seleccionó de sus poemarios publicados a lo largo de treinta años: desde Las edades perdidas (1974-1976) a Escalas (1994-2012). Rastreo que lleva al lector por momentos clave de la obra de la ganadora del Premio Villaurrutia 2007 por Cuaderno de Amorgós. / Irrupciones, cuarteaduras, carcomas en los filos de la vigilia, expediciones por atajos sin señales ni paraderos intermedios. “Fiesta era la lluvia sobre el monte. / ¿Y quién podía predecir si no sería fulminado? / Transgresión abierta. / Tanto espanto, / tanta belleza creando en torno un vacío / nos succionaba como ojo de tempestad. / Y te dabas a mi deleite.”

Pasaje de fuego (1975-1977): Impura noche en un hambre insaciable en denuedo de osado desvío acompañado por lunares que cubren el hueco del barranco. // Bacante (1981): “Vinos dulcísimos / dejábamos caer por la garganta” / nos íbamos a buscar los límites de la lluvia / era sólo el aroma del licor lo que aliviaba el trastorno. // Jaguar (1985-1994): “Los hombres beben taciturnos bajo el pirul. / La llovizna se enciende entre parcelas nítidas.” / Reverberan los índices / se perpetúan las roturas de los goterones. // El vino de las cosas. Ditirambos (1997-2000): “El vino se atropella / en la boca del cántaro”/ Los revestimientos del alucinado se bifurcan en las pupilas. / “A cántaro / néctar / entre la lengua / y el oro vivo tras los párpados”. // Escala (1994-2012): “Las palabras se vuelven / oleaje múltiple” / El rumor viene de lejos y tiñe los intervalos / Dios notifica la ruta para llegar a los fondeaderos / ecos de frondas densas martillean el silencio. // Más rojo bajo el sol: salmos abrasantes: oficiante Baco.