La reparación de la poesía en Encuentros de lecturas
Con una más que meritoria traducción de Jaime Blasco, Vaso Roto publica en su colección Fisuras diez de las conferencias que el poeta irlandés Seamus Heaney (Derry, Irlanda del Norte, 1939-Dublín, 2013) impartió en Oxford entre 1989 y 1994, en los años en que desempeñó en aquella universidad la cátedra de Poesía.
Enmarcadas entre dos ensayos que abordan desde una perspectiva general el sentido de la poesía en el mundo contemporáneo, el título de la primera es el que Heaney eligió para reunir estas conferencias que afrontan la función reparadora de la poesía en una serie de autores y textos representativos de la poesía inglesa, irlandesa o estadounidense, de Marlowe a Elizabeth Bishop pasando por Wilde, Dylan Thomas, Yeats o Larkin.
Así explica Heaney esa reparación de la realidad que produce la poesía: si consideramos que nuestra experiencia del mundo es un laberinto, su naturaleza infranqueable puede sin embargo contrarrestarse si el poeta imagina un equivalente a ese laberinto y se regala (y nos regala) una experiencia intensa de ese sustituto. Un acto de estas características sólo puede intervenir en la realidad al ofrecer a la conciencia la oportunidad de reconocer el propio sufrimiento, de prever sus capacidades y de ensayar sus réplicas ante todo tipo de situaciones arriesgadas, algo que resulta en un acontecimiento beneficioso, tanto para el poeta como para los lectores. Ofrece una respuesta a la realidad que posee un efecto liberador y verificador sobre el espíritu individual.
Al frente del volumen, Heaney colocó una introducción en la que habla de la frontera de la escritura: no solo de la más obvia, la que distingue el lenguaje convencional del lenguaje poético, sino sobre todo de la línea que separa el mundo cotidiano de su representación poética, la realidad palpable de la que solo se hace visible con la poesía. En definitiva, la expresión figurada como cauce de representación de la realidad transfigurada por la poesía.
Esa exploración del otro lado de la frontera fue también el eje de su última conferencia, con la que se despidió de Oxford y que cierra también el libro con la necesidad de que la poesía dé, con su propio lenguaje, no con el convencional, una respuesta responsable a la realidad.
Esos dos centros temáticos –la reparación de la poesía y la frontera de la escritura– vertebran un conjunto que aborda la poesía como una forma de conocimiento más hondo de la realidad, el compromiso político y su utilidad social, puesta en cuestión desde la República de Platón.
Y hay un punto donde confluyen esas dos líneas centrales y convergentes, la reparación y la frontera, la conciencia individual y la colectiva: en la propuesta de Heaney acerca del necesario equilibrio entre la capacidad inventiva de la poesía y la representación de la realidad, de manera que la obra mantenga su integridad artística sin renunciar a su relación con el mundo:
En estas circunstancias, es natural que se exija a la poesía que preste su voz para expresar un sinfín de cuestiones étnicas, sociales y políticas que hasta ahora no han podido manifestarse. Lo cual significa que se apela constantemente a su capacidad reparadora en la primera acepción que hemos atribuido a esta expresión: como vehículo capaz de denunciar y corregir injusticias. Pero al desempeñar esta función, los poetas corren el riesgo de despreciar otro imperativo, a saber, el de reparar la poesía en cuanto poesía, el de entenderla como una categoría por sí misma, un prestigio que se alcanza y una presión que se ejerce a través de medios específicamente lingüísticos.
Un equilibrio difícil entre forma y fondo, entre ambición expresiva y voluntad representativa que cuando se produce, como en Dante o en Yeats, hace de la poesía una composición equilibrada, o en palabras de Heaney un modelo activo de conciencia integradora que explica la poesía de George Herbert como una tercera vía alternativa.
La poesía transgresora de Marlowe, la sencillez aparente del genio monolingüe que fue John Care, la Balada de la cárcel de Reading, el poema wildeano de la solidaridad humana/.../ que suena como los violines de Mantovani, la potencia genuina de la poesía de Dylan Thomas en textos como “No entres dócilmente en la noche callada,” la actitud ante la muerte de Yeats y Larkin, son algunos de los temas que aborda Seamus Heaney en estas espléndidas conferencias que resumen y desarrollan su idea de la poesía como fuente de verdad y a la vez vehículo de la armonía.
Unas conferencias que vuelven a mostrarnos a un Heaney que además de poeta imprescindible fue un lector equilibrado, sin prejuicios y sin complejos y un crítico de una lucidez admirable que nunca mira de reojo porque desconoce la envidia.
Santos Domínguez